LA JORNADA ELECTORAL GENERA MOVIMIENTO ECONÓMICO A TRAVÉS DEL COMERCIO CALLEJERO
La Paz, 16 de diciembre de 2024 (Economía y Más).- Las jornadas electorales en Bolivia, más allá de su relevancia política, se han convertido en un motor económico que moviliza a una parte considerable de la población a través del comercio informal. Este fenómeno se hace particularmente evidente en las calles cercanas a los recintos electorales, donde cientos de comerciantes informales ven una oportunidad para generar ingresos gracias a la afluencia masiva de personas.
Familias enteras se benefician de este dinamismo económico, en un contexto en el que la venta de productos y servicios se diversifica para satisfacer las necesidades de los ciudadanos.
Uno de los sectores más representativos de este fenómeno es el comercio de alimentos en la vía pública. A lo largo de la jornada electoral, la venta de comida se convierte en una necesidad para los votantes, quienes, después de largas filas y la presión del proceso electoral, buscan calmar su hambre o saciar su sed.
La variedad de productos disponibles en estos puestos es impresionante, van desde bebidas refrescantes hasta comidas tradicionales e internacionales, como empanadas, salteñas, sándwich, ceviche, chicharrón, sajta, parrillas, refrescos, cafés, jugos naturales entre muchos otros.
Teresa Portugal, vendedora de comida en las afueras del colegio Hugo Dávila, explica que cada elección ella gana un monto importante de dinero.
“La gente busca qué comer, hay venta, todos salen con sed y hambre después de hacer la fila para sus mesas de votación”, dijo.
Esta demanda constante crea un ambiente de intercambio fluido, y los comerciantes se benefician de la masiva asistencia a los recintos electorales.
Pero no solo la comida forma parte del fenómeno comercial. Las jornadas electorales también generan una demanda de productos y servicios que satisfacen las necesidades de los votantes que usualmente van acompañados por niños o familiares.
Muchos adultos acuden a los centros de votación con sus hijos, lo que crea un nicho para la venta de golosinas, juguetes y hasta juegos infantiles. La oferta en estos puntos se amplía con artículos que buscan hacer más agradable la espera para los pequeños, quienes disfrutan de un espacio que se transforma en un punto de entretenimiento en medio de la seriedad del proceso electoral.
El comercio informal en estas circunstancias refleja la capacidad de adaptación de los ciudadanos ante una oportunidad temporal. Sin embargo, más allá del beneficio inmediato para los vendedores, este fenómeno resalta cómo las jornadas democráticas, aunque centradas en la participación cívica, también dinamizan otros sectores de la economía, contribuyendo al bienestar de numerosos hogares.
Este movimiento económico espontáneo subraya la importancia del comercio callejero como una válvula de escape para muchas familias bolivianas que, a través de su esfuerzo y creatividad, encuentran en cada jornada electoral una ocasión para mejorar sus ingresos.
La venta en las cercanías de los recintos de votación no solo satisface una necesidad puntual, sino que también actúa como un motor que impulsa a cientos de pequeños comerciantes que, con sus esfuerzos, contribuyen a la economía nacional desde la informalidad.