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Por: Daniel Hinojosa. Economista político

La economía del departamento de Santa Cruz representa alrededor de un tercio del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y está basada en la producción industrial de alimentos y en la agroindustria (que a su vez son un quinto del PIB departamental). Por otro lado, hasta la fecha, dos quintos de las exportaciones departamentales corresponden a derivados
de soya en téminos monetarios, en términos de volumen (toneladas) se mantiene la magnitud de estos productos que junto al volumen de gas natural suman el 80% de las exportaciones departamentales. Este dinamismo económico ha permitido la acumulación de capital, pero no así la constitución del círculo virtuoso.

La acumulación de capital es la reinversión del excedente económico en bienes productivos y es fomentada por una demanda en expansión (un nivel adecuado de ingreso que permite un incremento en el consumo), lo que representa un incentivo para alcanzar un mayor nivel de producción, demandando más trabajo y por consiguiente expandiendo el nivel de ingreso, empezando un nuevo circulo. El círculo virtuoso de acumulación de capital no solo contempla avances económicos sino también sociopoliticos (reduciendo la desigualdad en todas sus formas y mejorando las condiciones de vida), avances que promueven el inicio de
un nuevo circulo aún más grande. Sin embargo, estos avances no se han logrado en Santa Cruz debido a las características de los grupos que ostentan el poder.

El fundamentalismo y el chauvinismo cruceño se encuentran en esas instituciones (autonombradas) representantes de la sociedad que son protagonistas de incidentes bochornosos, absurdos en discurso y violentos en acción. Por un lado, de manera legítima se tiene a la gobernación cuya gestión no se caracteriza por ser institucional o eficiente (piénsese en la ejecución presupuestaria, la más baja en proyectos de inversión) sino por la vocación bonapartista y caudillista del gobernador. Por otro lado, de manera ilegitima, el Comité Cívico Pro Santa Cruz (y su brazo armado la Unión Juvenil Cruceñnista) sigue la misma linea, pero de forma más radical y violenta, atribuyéndose
competencias basadas en tradición e imaginarios colectivos de representatividad y
moralidad.

El discurso cosmopolita que pregona la cruceñidad es contrastado con la actitud
conservadora de sectores afines a instituciones que arremeten contra la diversidad cultural e identitaria, teniendo una suerte de xenofobia respecto al interior del país y una xenofilia en
relación al exterior.

Estas cualidades arraigadas más el modelo de desarrollo propuesto por sectores aglutinados alrededor de la CAINCO (sin olvidar que fue parte del peor gobierno de la historia) se podrían considerar como la estructura social de acumulación de capital cruceña.
Sin embargo, a pesar de los avances económicos se observan retrocesos sociopolíticos que no permiten consolidar un círculo virtuoso de acumulación sino uno defectuoso.


Empero, otra Santa Cruz está despertando.

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