Sobre los medios de comunicación
Por: José Llorenti, comunicador
Hace pocos días el ex ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana calificó a los medios de comunicación como “cloacas”, posteriormente, los medios que se sintieron aludidos publicaron diversos artículos y notas de prensa aduciendo que la libertad de prensa se encuentra bajo acecho en el país debido a las declaraciones de la ex autoridad. Esta paranoia fue aumentada por el supuesto ataque al periódico Los Tiempos, y ahí comenzó el desfile de categorías cada vez más vacías de contenido por parte de analistas e intelectuales opositores como “gobierno autoritario”, “totalitarismo”, “dictadura”, etc., para categorizar la situación en la que se encuentra el país en relación al tema de libertad de prensa.
Sin embargo, fuera de esta ya tradicional disputa entre medios de comunicación de derecha y gobiernos de izquierda en América Latina que en los últimos 15 años ha caracterizado la situación política del continente, hay algunas puntualizaciones conceptuales que se debe tomar en cuenta para entender el rol de los medios en la sociedad, o por lo menos que yo considero necesario mencionar.
Clausewitz en su conocido libro “De la Guerra”, dejó en claro que la guerra no sería otra cosa que la política por otros medios, y que la guerra sería: “un duelo a gran escala”, esta frase repetida hasta el cansancio por politólogos y estudiosos de las ciencias sociales, fue invertida por Michel Foucault en su libro “Genealogía del Racismo”, que en realidad es la transcripción de sus cursos en el Collége de France entre fines del año 1975 y mediados de 1976, textualmente decía: “la política es la guerra continuada por otros medios”.
A esta inversión, a la guerra precedente de la política, le falta una tercera fase, que sería la cultura, es decir, así como la política es la guerra por otros medios, la cultura llegaría a ser la política por otros medios: guerra/política/cultura, una triada que configura de alguna manera, el tema del poder en la sociedad. Asimismo, la cultura tiene principalmente como su campo de batalla: el lenguaje, el cual no es nunca, imparcial, ni objetivo ni menos independiente de los intereses socio-políticos.
Es aquí, donde la comunicación, entendida como un proceso donde se transmiten mensajes por medio del lenguaje, y que configura casi de forma ontogenética al ser humano, tiene su aparición, como inseparable de la cultura y por supuesto, del “campo de batalla cultural”.
En este marco teórico (guerra/política/cultura), los medios de comunicación tienen un rol protagónico porque son los que difunden los mensajes a gran escala y trata de imponer una visión del mundo a los consumidores mediáticos, o también denominados perceptores o receptores según la teoría de la comunicación que se asuma. En este sentido, cualquier teoría que aboga por los medios de comunicación como imparciales, objetivos o estrictamente informativos, ajenos a las relaciones sociales y los intereses políticos, sacan a relucir sus limitaciones epistémicas y también los intereses subyacentes que tienen estas teorías para defender a determinados conglomerados mediáticos.
Sin embargo, los medios de comunicación no son una correa de transmisión única de los intereses políticos y económicos de algún sector de la población o de sus dueños (aunque en última instancia si lo sean). Los medios tienen cierto grado de autonomía que es precisamente la que el periodismo le otorga mediante el uso de determinadas técnicas de investigación, digamos la de la pluralidad de fuentes, la rigurosidad y ética periodística e incluso la metodología de la investigación y los géneros periodísticos, lo que evita que el periodismo se convierta únicamente en propaganda, aunque cada vez sea más difícil separar ambos y fundamentalmente en épocas de crisis.
De la misma manera que los medios de comunicación tienen esa “autonomía relativa”, los consumidores mediáticos también tienen cierta autonomía de pensamiento, no son únicamente receptores de mensajes, como las clásicas teorías de la comunicación como la Aguja Hipodérmica (Lasswell) plantean, porque los sujetos tienen otros espacios donde toman información, digamos la escuela, los círculos sociales, etc., como bien lo plantea Althusser y los Aparatos Ideológicos del Estado.
Estas “autonomías relativas” de los medios y de los consumidores son los que limitan de alguna manera a la propaganda y sus efectos, mas, no quiere decir que no exista influencia de los medios en las personas, y principalmente de los medios más grandes y significativos en cada país.
En América Latina (aunque en Bolivia la acumulación monopólica de las empresas mediáticas no es tan evidente), los conglomerados mediáticos más poderosos son casi monopólicos, el grupo Clarín en Argentina, Televisa en México o red O Globo en Brasil, además de la SIP como su brazo institucional que oculta esta realidad, son la expresión más evidente de que el rol que juegan los medios no está ajeno a los intereses políticos de las oligarquías empresariales.
Si a este contexto se añade el rol de las redes sociales como un instrumento de difusión de mensajes (el más usado actualmente pero no siempre el más creíble – las personas pasan en Bolivia al menos 4 horas diarias en redes sociales) y el uso de algoritmos para modular el potencial de determinado mensaje, y la apariencia de horizontalidad que dan, la denominada “batalla cultural” cobra un sentido de mayor relevancia, más incluso que la batalla política. (La guerra en Ucrania es un caso ejemplar en esto).
A manera de concluir, aunque no es objetivo de este artículo hablar de las estrategias que usan los medios de comunicación para imponer su verdad, a manera de ejemplo menciono a lo que se denomina “cerco mediático”, que no es otra cosa que mediante la repetición constante de determinados mensajes y de determinada narrativa se evita que haya otras verdades del hecho y se ocultan detalles que pueden peligrar su narrativa, como sucedió en Bolivia el año 2019-2020 durante la gestión de Jeanine Añez. Otra estrategia es la denominada “espiral del silencio”, donde la sociedad amenaza de manera explícita o implícita al aislamiento a sujetos que no tengan una posición afín a la mayoría, una estrategia muy usada en redes sociales mediante los trolls o bots, y también se usa en algunos círculos sociales para dar una simulación de “todos piensan así, vos también debes hacerlo”.
Finalmente, con estas breves explicaciones críticas sobre el rol de los medios en América Latina, se esboza brevemente el marco teórico de análisis que considero debe usarse tanto para entender las palabras del ex ministro, como también los constantes ataques que realizan algunos medios de comunicación opositores al gobierno central y de manera tan agresiva en algunas ocasiones y en temas particulares.
Pero, como decía Sun Tzu, y la batalla cultural no es la excepción: “la mejor victoria, es vencer sin combatir”.