Economistas destacan éxitos del modelo económico boliviano frente a las viejas recetas neoliberales

Los analistas económicos Fernando Chuquimia y Mike Gemio analizaron las variables macroeconómicas de Bolivia antes y después de la pandemia, destacando que el modelo económico boliviano rindió buenos frutos en ambos contextos, a diferencia de las recetas neoliberales que sólo generaron desempleo, desigualdad y bajo crecimiento económico.

El analista Fernando Chuquimia considera que ante el fracaso del neoliberalismo fue imperioso cambiar el esquema económico, así nació el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), que sustenta en la actualidad el crecimiento en Bolivia.

El modelo boliviano consolidó un crecimiento económico sostenido, una redistribución de ingresos equitativa, fortaleció la inversión pública, dinamizó la demanda interna e implementó una política social que permitió reducir la pobreza y la brecha entre pobres y ricos.

Chuquimia manifestó que durante veinte años (1986-2005) en Bolivia se aplicó el modelo neoliberal con políticas ortodoxas en las que el mercado desempeña un papel fundamental en la economía, acompañada por la reducción drástica de la participación del Estado.

“En dicho periodo no se alcanzó el desarrollo económico esperado y tampoco se mejoró la calidad de vida de la población; contrariamente, los niveles de pobreza continuaron elevados y la brecha entre ricos y pobres se amplió. La política económica respondía a un programa dirigido a frenar la inflación, por cuanto se implementaron reformas estructurales de significativa magnitud, diseñadas a la par del Consenso de Washington para abrir indiscriminadamente los mercados”, agregó.

Sobre el nuevo modelo económico boliviano opinó que, considerando que el esquema neoliberal se aplazó en sus resultados, “era de imperiosa necesidad un cambio de modelo, así que, en función de varios años de investigación plasmados en documentos de análisis, el actual presidente Luis Arce y Carlos Villegas Quiroga (+) estructuraron el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, y resaltaron que es un modelo diseñado por bolivianos para bolivianos, cuya fortaleza radica en que fue construido sobre la realidad socioeconómica del país, además es aplicado por profesionales bolivianos”.

El analista señaló que a partir de 2006, el Gobierno desarrolló políticas socioeconómicas como las transferencias condicionadas en efectivo, las subvenciones cruzadas y los incrementos salariales por encima de la tasa de inflación. Se implementaron programas y proyectos de inversión pública, que permitieron el acceso a la salud y educación, dotación de servicios básicos, vivienda, democratización de los servicios financieros, protección social, así como la generación de empleo.

Al referirse a la aplicación de la política cambiaria, afirmó que ésta ha permitido un tipo de cambio estable para mantener la inflación controlada y consolidar la bolivianización en la economía, a esto se suma la política de subsidios a la energía, hidrocarburos y alimentos, costo que es asumido por el Estado y que, a diferencia del viejo modelo neoliberal, no pasa la factura a las familias.

Hasta 2005, Bolivia crecía a un promedio del 2%, en cambio en el periodo 2006-2019 el promedio de crecimiento fue del 4,7%, indicador que bajó en casi -9% producto de las políticas aplicadas por el gobierno de facto en 2019-2020.

La desigualdad pasó de 0,45 en 2020 a 0,42 en 2021; el desempleo también se redujo. A julio del presente año, la tasa de desocupación es de 4,6%, siete puntos porcentuales menos que en julio de 2020.

El modelo económico boliviano tiene un freno ante la crisis alimentaria, que es un fenómeno inherente a las contradicciones del modelo neoliberal, razón por la cual se creó Emapa con el fin de regular los precios en el mercado interno.

“Tiene el objetivo de apoyar a los sectores de la cadena productiva de alimentos, a la producción agropecuaria y agroindustrial; contribuir a la estabilización del mercado interno de productos agropecuarios y agroindustriales y a la comercialización de la producción del agricultor en el mercado interno y externo”, dijo.

Remarcó que la baja inflación en Bolivia, que actualmente es de 1,6%, se explica por una acertada combinación de políticas económicas y sociales que tienen como base el MESCP, pero si el país mantendría las recetas neoliberales, la inflación podría hoy rozar los dos dígitos, como ocurre en varios países vecinos.

Por si parte, el analista económico Mike Gemio asegura que Bolivia es uno de los pocos países en el mundo que, fruto de efectivos mecanismos de control de su inflación, ha logrado mantener el poder adquisitivo de su moneda y que ha demostrado que su política monetaria resulta ser lo suficientemente práctica para que las familias dentro del territorio tengan seguridad para sus proyecciones de consumo, ahorro e inversión.

“En el mediano y corto plazo, las proyecciones del Gobierno y las de organismos internacionales son lo bastantemente claras para mostrar un camino de estabilidad y crecimiento para nuestro país y, lo que es más importante, muestran que las acciones de política pública están orientadas a seguir cerrando brechas de desigualdad que para 2021 han sido los niveles más bajos que se han alcanzado en la historia de Bolivia”, manifestó.


Explicó que existen fuertes y sólidos mecanismos que impulsan la economía boliviana para mantener la moneda local como eje fundamental de las transacciones financieras, entre esos está la ley actual de servicios financieros, la vigencia del ITF, el encaje legal diferenciado, el spread bancario, entre otros que terminan reforzando lo que se ha convertido en un patrimonio económico de los bolivianos, una moneda fuerte y sólida.

Consideró que uno de los eslabones importantes dentro de lo que es la cadena que sostiene la bolivianización es que las reservas se mantienen en niveles aceptables y eso va a depender mucho de cómo las exportaciones continúan con una tendencia creciente y con superávit. En un comparativo de mayo del año pasado al de este año, las exportaciones han crecido en 38%, mientras que el superávit de la balanza comercial tiene un crecimiento del 41% para la evaluación del mismo periodo.

Manifestó además que el Gobierno ha manejado el endeudamiento país con mucha cautela, logró que éste se encuentre en 28,9% respecto del PIB, lo que da un gran espacio que puede ser usado de manera estratégica, con la finalidad de que las inversiones en territorio boliviano sigan siendo un importante impulso al flujo de efectivo y que los proyectos con gran impacto social puedan tener los niveles de continuidad esperados.


La posibilidad de contratar nuevos créditos sigue siendo uno más de los instrumentos que pueden ser utilizados y que a través de políticas monetarias se siga cubriendo la economía boliviana de posibles nuevos embates de un contexto externo que ya ha llevado por delante la economía de países que tienen a su población sufriendo altas tasas de inflación y escasez en algunos productos, dijo.

En este marco, el analista refirió que todos estos antecedentes facilitan “proyectar de manera positiva lo que se viene con respecto al peso boliviano, que no solo se está constituyendo en un medio de transacción seguro para el territorio nacional, sino que conforme las noticias que han circulado estas últimas semanas nuestra moneda es utilizada como medio de ahorro para el norte argentino”.

”Por todo lo antes mencionado, es bueno puntualizar que en el corto y mediano plazo la moneda (el boliviano) cuenta con la suficiente solvencia y respaldo para un normal desenvolvimiento que garantiza por muchos años más su uso como medio de intercambio por los bienes y servicios que se ofrecen en todos los mercados físicos y virtuales de Bolivia”, especificó.

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