Los medios y la desinformación en temas económicos

La prensa hegemónica nacional está acostumbrada a desinformar en sus titulares hace ya mucho tiempo. Las población en general es consciente de que los medios mienten y que tienen poderosos motivos para hacerlo. A pesar de esto, y de forma casi desapercibida por la agenda mediática, hace pocos días uno de los más grandes desinformadores de los últimos tiempos se ha visto obligado a retroceder ante el peso de sus propias mentiras.

Efectivamente, El Deber reconoció que mintió en sus notas sobre temas de economía. Valga resaltar que la mentira fue publicada en portada, sostenida por días enteros y apoyada por vídeos “explainer”, que bien podrían llamarse videos “liar” por su falta de conocimiento económico; entretanto, el desmentido se publica en las últimas páginas de la edición impresa y se sube tímidamente a las redes sociales para que muy pocos lectores se enteren que el “diario mayor” tiene una larga nariz de Pinocho.

De yapa, tampoco apareció doña Brisa Pabon, la estrella tiktokera, para retractarse en un vídeo por las mentiras de sus jefes de redacción. El resultado: del total de lectores que vieron la noticia falsa, menos de la mitad se enteró del desmentido. Qué orgulloso estaría Joseph Goebbels, autor de la famosa frase “miente, que algo queda”.

Esto no se debe a una simple casualidad o falla de edición. Los jefes de redacción/prensa y periodistas de medios como Página Siete, El Deber, El Diario, Panamericana, Fides, Erbol, Unitel Red Uno y tantos otros, están plenamente conscientes que informan sobre temas delicados, pero que la mayoría de las veces lo hacen sin conocimiento técnico del área que están comentando.

Concretamente, si el periodista desconoce de una temática lo mínimo que podría hacer, es googlear el tema. Pero ya que hoy en día abundan la desinformación y las teorías conspirativas en internet, existe un nuevo filtro que la prensa nacional tampoco aplica: el criterio académico. La consulta a analistas económicos se realiza de manera altamente sesgada, ya que lo único que leemos en las secciones de Economía (con profundo pesar) son analistas que más parecen políticos, mezclados con políticos disfrazados de analistas.

La noticia que llega al consumidor de prensa, radio y televisión viene contaminada por todos estos sesgos: desde los periodistas y sus falencias, pasando por los analistas politizados, y terminando en las redes sociales contaminadas por influencers con claras matrices de desinformación. El “caldo” resultante es pernicioso para las expectativas de los agentes económicos y para el clima político y social.

Entonces, ¿cuál es el punto de todo esto? Algún editor o dueño de medios permite deliberadamente que se mienta o que se informe a medias sobre determinados temas, fundamentalmente sobre la economía? Mi respuesta, es un rotundo sí.

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